A PUERTAS CERRADAS: EL SUICIDIO

En los últimos 40 años la tasa de suicidio se ha incrementado de manera global en un 60%, además, las tentativas que no acaban en muerte son 20 veces más frecuentes que los suicidios consumados. De este modo, por encima del tabú y del miedo al contagio del acto suicida hemos de aceptar la necesidad de hablar abiertamente de la que es la segunda causa de muerte en el mundo entre los 15 y 44 años según la Organización Mundial de la Salud .

Los falconianos con asombro hemos presenciado un aumento especialmente significativo en el número de personas que de manera voluntaria han acabado con su vida en los últimos meses, estas cifras proyectan la necesidad de comenzar a pensar y a hablar del suicidio como problema de salud pública, ligado a estados de salud mental que requieren atención de manera inmediata.

Bajo este efecto, el suicidio, no puede tacharse solamente desde la visión de lo correcto o incorrecto, científicamente se ha descubierto que es una enfermedad que se puede tratar y prevenir. Como tal, el suicidio acarrea la devastación emocional, social y económica tanto de familiares como de amigos y se centra en las emociones negativas que tienen lugar durante una crisis depresiva, donde la proyección negativa del mundo, de sí mismo y del futuro deja sumido al sujeto en una vía sin escapatoria aparente.

Y es que para muchos, las interrogantes acerca de sí mismos puede despertar estados emocionales negativos que refieran como única salida a estos estados el suicidio. Este fenómeno da la ilusión de solución aparente a problemáticas que parecen no tener respuesta y en donde la tendencia es el enfoque a las cosas bajo un punto de vista negativo y estrecho.

Aunque cada suicidio es distinto, existen ciertas similitudes entre unos y otros que permiten hacer un perfil del tipo de persona, las motivaciones y el fin a través del cual atenta contra su vida, facilitándoles a las personas el camino de la identificación de posibles factores de riesgo que definan señales de alarma suicida, destacándose 5 factores aparentes: 

• Enfermedades mentales (psicosis, depresión, ansiedad, consumo de tóxicos, entre otras).
• Pérdida del sentido de la vida, acompañado de la sensación de no poder controlar los pensamientos y percibir el entorno como amenazante o percibirse a sí mismo como una carga.
• Enfermedades crónica, en especial aquellas que cursan con dolor físico.
• Acontecimientos vitales que supongan una gran crisis (rupturas amorosas, muerte de un ser querido, problemas en el entorno familiar, problemas económicos, entre otros)
• Aislamiento social y desarraigo. 

Tener la intención de suicidarse es algo muy aterrador, para ejecutarlo hay que tener cierto nivel de valentía sobre el dolor corporal e incluso sobre la muerte, luchando contra el instinto básico de preservación. Diversas investigaciones han descubierto que las personas que se acaban suicidando le han dado vueltas durante meses y a veces años al método que utilizaran para quitarse la vida. Estos sujetos, al menos mentalmente, se van acostumbrando a los problemas que pueden surgir durante el intento suicida y se va preparando para ejecutar la acción, sobre todo condicionándose al dolor físico y al miedo que de la situación pueda resultar. 

Finalmente, cuando evoluciona su deseo de morir esa combinación de personalidad temeraria y deseo interno de acabar con su vida es lo que les llevará a la muerte.

Estos hallazgos ponen de manifiesto que tras este acto autodestructivo existe una intencionalidad previa, lo que abre el camino hacia su prevención, destacándose las siguientes recomendaciones para evitar la consumación del acto: 
• Escuche abiertamente y sin restricciones a la persona que está pasando por una situación problemática, sobretodo si ha notado intencionalidad suicida.
• No desestime los deseos suicidas, el 100% de las personas que cometen actos suicidas han hablado con alguien sobre el tema.
• Busqué ayuda en especialistas (Psiquiatras o psicólogos). 
• En caso de que detecté una intencionalidad suicida: limite los accesos a los instrumentos letales (sogas, cuchillos, navajas, pistolas, pastillas, sustancias venenosas, entre otros). 
• Esté allí para acompañar a la persona, sobretodo si existen enfermedades mentales o físicas.
• Esté atento ante los cambios anímicos y de comportamiento de los miembros de su familia o personas de interés.

Todo lo planteado anteriormente nos invita a abrir las puertas de discusión sobre este tema del suicidio y a liberarnos de la ignorancia que gira en torno a este, situación alimentada por la estigmatización de las enfermedades mentales. El ideal es optar por delinear políticas de sanitarias efectivas, donde se promocione la salud mental, llamada por muchos la cenicienta de la salud pública. Bajo esta óptica asumir que existe un problema siempre será el primer paso para iniciar su cambio, de allí que el abordar la temática del suicidio nos puede conducir a entender que a través del sufrimiento se pueden lograr grandes victorias.


COLUMNA CREADA PARA: WWW.NOTIFALCON.COM

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