CHANTAJE EMOCIONAL: VERDUGOS DE LA MANIPULACIÓN

Vivimos inmersos en una sociedad colmada de relaciones, vínculos y conexiones de todo tipo y durabilidad. Desde las relaciones personales hasta las comerciales, sean cortas o largas, llevan impresa la idea de construir un puente común de beneficios para todos los involucrados en la relación. Pero ¿qué ocurre cuando se desea imponer una agenda personal y los proyectos compartidos ceden a la búsqueda de poder?, ¿cómo reconocer si somos víctimas de estos verdugos de la manipulación?; querido lector y lectora, en esta oportunidad vamos a intentar deconstruir el complejo mundo del CHANTAJE EMOCIONAL. 
 
El chantaje emocional es una técnica habitual de manipulación psicológica y maltrato emocional, en donde  de forma inconsciente o voluntaria quien lo produce  le demanda al otro la  modificación  de su comportamiento, utilizando como arma la presión sobre los sentimientos.

La técnica de manipulación es aprendida en el hogar y siendo  constante e insidiosa puede corroer la base de nuestras  relaciones, infiltrándose en estas, dificultando el reconocimiento de la condición de chantaje, sea  en el lugar de víctimas o de verdugos.
La persona que para lograr sus propósitos utiliza el chantaje y la manipulación emocional tiene en sus manos un sinfín de  estrategias, todas ligadas al uso de emociones negativas  como son la culpa, la vergüenza y el miedo. De este modo su búsqueda es tener a las personas como instrumentos para lograr sus propósitos. Los chantajistas emocionales más hábiles pueden inclusive mover grandes grupos de personas de la mano de organizaciones y grupos humanos en los que se incluye con el fin de esconder su perfil casi maquiavélico y enrevesado, el mismo que en el fondo esconde signos de debilidad e inseguridad.
Es importante señalar que algunos chantajes emocionales son transparentes y casi inofensivos, mientras que por su parte otros resultan más viles, retorcidos y destructivos para aquel que es víctima del fenómeno. Algunos individuos llegan a subyugar a las personas que hacen vida en sus círculos de relación inmediato, utilizando el desdén, la humillación o la crítica. En cualquiera de los casos, la manipulación emocional llevada al extremo siempre supondrá una agresión a la psique del otro correspondiéndose con el maltrato psicológico, que pese a no dejar marca ni heridas físicas evidentes, resulta altamente dañina para la persona a quien se le práctica.

Sobre la base de lo planteado, es necesario distinguir  los diversos perfiles del chantajista emocional que hasta ahora se ven caminando por las calles y frecuentando nuestros círculos sociales:

El Víctima: Su búsqueda es hacer sentir la exigencia disfrazándola con sentimientos de culpa. Se esconde tras una escenificación de desesperación y tristeza profunda, recurre constantemente al llanto y como tendencia general intentan despertar la lástima del otro utilizando para ello historias de vida personal cargadas de tragedias y desesperanza. Así mismo, distorsiona las historias para siempre hacer ver que el otro es el responsable de sus acontecimientos negativos.  En este estilo el reproche es sumamente común y es empleado a través de  comentarios críticos con el fin de gestar en la víctima de la manipulación sentimientos de culpa que les haga cambiar su modo de actuar. Son reconocidos por frases como: “Si yo te importará no harías eso”, “Nunca estás de mi lado”, “Como has sido capaz”, “Con lo que yo he hecho por ti”, “Si no lo haces tu, nadie lo hará”, “Si me quisieras tanto como dices tendrías que saber lo que me ocurre”, “Eres el (la) único (a) con quien puedo contar”. Del mismo modo, también utilizan la minimización o baja autoestimación como coraza para lograr sus objetivos, ejemplo: “No soy querido (a) por nadie”, “Todos me rechazan”, “Es porque soy feo (a), gordo (a), viejo (a) o cualquier comentario peyorativo sobre sí”. Finalmente en este patrón se encuentran aquellos que utilizan el silencio y los suspiros como modo de presión emocional, buscando constantemente que el otro adivine que les sucede.

EL Castigador: Este es el perfil más agresivo, se moviliza de manera astuta a solicitar lo que desea del otro, bien sea de manera directa o indirecta, define claramente las consecuencias negativas resultantes de la no complacencia de sus deseos. Es sumamente amenazante y es alimentado por el cumplimiento de las peticiones asociadas al chantaje. Generalmente conoce muy bien a la víctima y opera desde el miedo que ejercen sobre el otro. En su estructura, puede tejer redes de aliados para cumplir los objetivos de su chantaje. Se le reconoce en expresiones como: “Si esto sigue así, la relación va a terminar”, “Vas a sufrir”, “Vas a pagar por tus actos”, “Mucho cuidado, tu no sabes quien soy yo”, así mismo se muestran afectuosos cuando se cumple con sus demandas, creando una simbiosis entre la víctima y ellos. En este modelo la esencia es  la coacción, irrespetando tu libertad de decisión, condenándote a hacer lo que ellos han decidido por ti. Así mismo, es muy común ver en este perfil personas que piden a otros que hagan las cosas para ellos buscar a toda costa la manera de llevarse el mérito.
El Autocastigador: En este estilo la manipulación al igual que en el modelo anterior suele producirse la coacción para que la víctima haga lo que se le pida, sólo que en este caso la amenaza consiste en dañarse a uno mismo, con el fin de hacer sentir culpable al otro. En este patrón de chantaje, el verdugo crea una simbiosis enfermiza con la víctima, aferrándose a la relación y amenazando constantemente con acabar con su vida o maltratarse en caso de que sus deseos no puedan complacerse. En una escala más sutil, se les reconoce porque  en oportunidades suelen ser muy generosos haciendo favores e inclusive obsequiando  regalos; la clave de esta táctica es luego pedir a la víctima  se hagan las cosas que ellos necesitan. En este perfil también resaltan personas que pueden resultar encantadoras y  simpáticas,  el detalle es que esta suele ser una apariencia para esconder su búsqueda en el  beneficio que tú puedas aportarle. Se les reconoce en frases como: “Si no haces esto yo me voy a matar”, “Sin ti no soy nadie”, “Necesito de esto para vivir”, “Estaré muy deprimido (a) si no haces eso”, “Yo que he dado tanto, no merezco que me hagas esto”, “Yo siempre pendiente de ti y tu nunca pendiente de mi”, “Me tienes olvidado (a)”. Los que utilizan este modo de chantaje obligan al otro  a “pagar” por  el amor y el respeto que se les pueda llegar a tener, condenándoles a las complacencias para evitar el sentimiento de culpa.
El Prometedor: En este patrón la estructura del chantaje opera desde las constantes promesas, el movimiento es ofertar un gran número de acciones personales de cambio o posesiones materiales con el fin de lograr que el otro actúe como se desea. Una vez que la víctima cumple las exigencias del verdugo, este jamás lleva a cabo la promesa. En los casos más patológicos se ven inmiscuidos e grandes deudas, o en problemas administrativos utilizando a los otros para alcanzar sus objetivos. Se les reconoce por frases como: “Si haces esto te compraré o te llevaré”, “Voy a cambiar, lo prometo”, así como por su crédito bancario generalmente cargado de deudas producto de las búsquedas por movilizar en el otro el cumplimiento de lo deseado.
Como se ha visto a lo largo de la columna, en  la vida muchas personas recurren al chantaje emocional con el fin de mantener a una persona continuamente pendiente de sus deseos y constantemente movilizado hacia sus sentimientos y pese a que en muchas relaciones personales, en  ocasiones es necesario ceder, la realidad del lado de la salud mental es que hay que hacer siempre lo que se crea más conveniente y acorde a cada momento y situación.
De este modo, no se trata de huir a las conversaciones o situaciones en las que el chantaje emocional se haga presente, pero sí, se trata de dejar claramente establecido que ésa no es la forma para obtener lo que se desea, utilizando para ello un diálogo sincero, donde se puedan llegar a acuerdos y puntos en común. Recuerda, estimado lector y querida lectora que toda relación debe fundamentarse en la confianza, el respeto, la libertar y  la aceptación del otro tal cuál y como es, impulsándose al cambio y crecimiento, para llegar a un ganar – ganar.

COLUMNA CREADA PARA: WWW.NOTIFALCON.COM 

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