EL SINDROME DE PETER PAN: LA CRISIS DE LA MADUREZ

Hablar de Peter Pan nos hace recordar a ese entrañable personaje de Disney creado por James Barrie que tenía miedo a crecer, pues bien, hoy en día, este simpático protagonista del cuento cobra vida en un  perfil que representa a casi el 60% de la población adulta; se trata del hombre y la mujer con altos niveles de inmadurez que no quieren asumir las responsabilidades relacionadas con la edad que poseen. 
Para aclarar esta cuestión, comencemos a desenmarañar la lógica de este síndrome que día a día vemos en las calles en ejemplares de 30, 40, 50 y 60 años que no desean salir del país de nunca jamás. El síndrome de Peter Pan fue descrito hace veintisiete años por el psicólogo norteamericano Dan Kiley y hace referencia a  los adultos que exhiben un desfase casi patológico entre su edad cronológica, los niveles de compromiso y su madurez afectiva. Se trata de personas que, habiendo superado la adolescencia y encontrándose dentro de la edad adulta, se comportan como jóvenes, negándose a asumir cualquier tipo de responsabilidad,  exhibiendo altos niveles de inmadurez emocional y narcisismo. 
El perfil de este tipo de personas obedece a un adulto que sigue un ritmo de vida más característico de un joven estudiante, en la mayoría de las veces son solteros y exitosos en lo profesional, son personas parecen ser seguras de sí mismas e incluso en oportunidades pueden tornarse arrogantes y egocéntricos, se muestran entusiastas, con comportamientos típicos de una aparente alegría; sin embargo, esto es solo una coraza para ocultar sus verdaderas inseguridades e indecisiones.

Otro perfil, lo representa el tipo de persona soltera, que aún vive en casa de los padres, independientemente del éxito en el área profesional. En ambos estilos se evidencia una  vida limitada en el área relacional, huyendo constantemente a la idea de emparejarse seriamente, o asumir responsabilidades en el hogar o con la pareja, gestando en la mayoría de los casos un nivel de dependencia casi patológico con la figura materna o paterna, todo ello guarda en el trasfondo una negación a aceptar la entrada en la vida adulta y el proceso natural de envejecimiento.

Estos personajes suelen hablar y enrumbarse en fantásticos proyectos y negocios, los cuales en su mayoría no se cumplen pues constantemente eluden sus responsabilidades entorno a estas, llegando a culpabilizar a los otros de sus fracasos y de las cosas negativas que les ocurren. De allí que mayoritariamente sus actitudes se centren en recibir o pedir, llegando a mostrarse insatisfecho con lo que tienen, sin embargo  no toman iniciativas para intentar cambiar las situaciones de vida en las que se encuentran.
Sumado a estos criterios, vemos en estos adultos el constante gasto económico en objetos (video juegos, equipos electrónicos, vestimenta y calzado, etc.) y eventos (fiestas, cenas, salidas, etc.) que escapan de las necesidades básicas, satisfaciendo por sobre todas las cosas sus gustos, caprichos y lujos.  
Es claro que todos pasamos por una etapa en la vida muy parecida al héroe volador que Barrie describe, relacionado con la crisis de crecimiento y la búsqueda de  "atemporalidad" o la evitación del dolor de las pérdidas del mundo de la fantasía  frente a la mayor asunción de la realidad; sin embargo, su superación y la apertura a mayores niveles de responsabilidad son el distintivo de que muchos abran un camino a la madurez y otros se queden atrapados en el país de nunca jamás.
El psicólogo Antoni Bolinches en su libro “Peter Pan puede crecer”, plantea que un sistema educativo permisivo, así como la concepción hedonista y desenfrenada de la vida han propiciado la figura de un adulto desorientado, inmaduro y egoísta,  anclado en el síndrome de Peter Pan, que se niega a crecer y que no ejerce la autocrítica, desanimándose constantemente ante el primer encuentro con la realidad. Así mismo, plantea que este síndrome es mayoritariamente masculino y su aumento está directamente relacionado con  el avance de la mujer quien cada vez es más independiente y autosuficiente,  dejando claro ya no quiere ser como Wendy (serviciales y maternales).
Aunque cueste mucho aceptarlo, el paso del tiempo es ineludible y nadie escapa de el, pese a los esfuerzos que estos Peter Pan modernos intenten ejecutar. Para asumir este reto de manera cónsona y garantizarse el éxito en este paso, es necesario abandonar esa fantasía ególatra y salir del país de nunca jamás, desarrollando a un adulto que pueda establecer relaciones de pareja maduras con mujeres u hombres autosuficientes y que logré asumir responsabilidades para consigo mismo y para aquellos que le rodean. 
De este modo querido lector y querida lectora, si conoces o estás atrapado en una relación con un Peter Pan, la vía más certera y rápida para ayudarlos a crecer es invitarles a ser conscientes de que se padece el problema y permitirles enfrentar de manera adulta su realidad, haciendo uso de un especialista en el área de la salud mental de ser necesario, acompañándoles en el proceso de asumir las consecuencias de sus comportamientos y enfrentarse de manera más responsable a sus decisiones. 
Recuerda que, aunque resulte muy tentadora la idea de no crecer el no hacerlo a tiempo puede neurotizarnos, de allí que mi invitación es a cuidar a tu niño interior, reforzando el adulto que eres hoy

COLUMNA CREADA PARA: WWW.NOTIFALCON.COM 

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