SUMERGIDOS EN EL AUTOENGAÑO

Modificar, distorsionar o cambiar el modo como percibimos la realidad es algo a lo que recurrimos de manera constante por diversas razones, de ellas la más común es la evasión de nuestras situaciones utilizando para ello múltiples recursos que nos llevan a vivir la vida más ligada a nuestras expectativas, en palabras de Hemingway, “como si tuviésemos otra vida en la maleta”. Sin embargo ¿Hay posibilidad de vivir y ser feliz en medio de una mentira que nosotros mismos hemos creado y nutrido durante años? y cuando esta se muestra insuficiente ¿Qué hacer?.Muchos hemos vivido ese momento; el instante doloroso en el que la pequeña burbuja que creamos explota y las situaciones  parecen cambiar de color. En este espacio, querido lector y estimada lectora veremos cómo se articula el autoengaño, ese que justo cuando parece haber terminado realmente ha sido sustituido por otro de mayor envergadura.
El autoengaño, como estructura, es parte de la naturaleza humana, en oportunidades creada como una necesidad para sobrevivir a la realidad circundante o al entorno social al que pertenecemos, para algunos es inclusive la forma para callar al verdugo interno. De este modo, es claro que nos engañamos nosotros mismos, engañamos a los que nos rodean y esos a su vez nos engañan. Tan humana es esta condición, que necesita ser liberada a través de miles de estructuras como  libros, pinturas, películas, cuentas, perfiles en el mundo web,  entre otros.
Dicho de otro modo autoengañarnos es algo  que no podemos evitar, surge desde la primera infancia cuando nuestra memoria nos lleva a seleccionar lo que queremos recordar, distorsionándolo en oportunidades a conveniencia de nuestros deseos emocionales. Nuestro cerebro, como modo de sobrevivencia emocional reprime las cosas que nos resultan en exceso dolorosas, quitándole de a poco el impacto negativo que nos lleva a superar las situaciones. A su vez, es muy común reprimir las experiencias de vida y lo que se sintió durante ellas a fin de evitar la confrontación que surge de estas.
De este modo, el autoengaño a veces actúa como fortaleza ya que nuestra mente tiende a darle un patrón o significado a las cosas que ve y siente; por ende no es extraño que en algún momento seamos víctimas de nuestras falacias internas que buscan darle sentido a los fenómenos que suceden a nuestro alrededor, de allí que  en muchas ocasiones nos vemos tentados a conferirle significados cómodosa las cosas. Por eso, muchas veces al interpretar nuestra realidad utilizando como base nuestras creencias podemos llegar  a conclusiones que resultan del todo equivocadas.
Es claro que las bofetadas y los quiebres emocionales resultantes de las confrontaciones personales y con el entorno nos llevan a interpretar los fenómenos como amenazas, movilizando en nosotros dos tipos de soluciones posibles: La Intrusión, en la que la persona se mantiene centrada en el problema o La Negación que vendrá a desviarnos y desconectarnos de eso que consideramos difícil de manejar. El efecto calmante del autoengaño, a través de la disminución de la conciencia, supone una escapatoria momentánea que de quedarse instaurada en el sujeto como respuesta emocional básica disminuye los tratamientos que precisan las soluciones posibles a un problema.
Pero el autoengaño no solamente tiene su “espejo positivo”, sino que también puede llegar a ser un elemento patológico, especialmente cuando es el resultado de diversas carencias y surge como modo para compensar un problema, llegando rápidamente la personaa perder la perspectiva de la realidad por la sustituida, paliando las faltas existentes. Como consecuencia la persona pudiese no asumir la responsabilidad de sus actos, o en el peor de los casos, alguien puede sumirse tanto en el autoengaño que no llega a percibir la mentira evidente en ello, recurriendo constantemente a la negación, viviendo en el efecto calmante del rechazo de las circunstancias que le toca vivir.
El autoengaño, se nutre de creencias erróneas sobre sí mismo y el mundo, oxigenándose en un entorno nocivo que hace colapsar los espacios de cambio y mejora personal. Así la persona puede estructurarse una mentira tan bien labrada que llegue inclusive a borrar de su memoria la realidad de los hechos, convirtiendo el autoengaño en un fenómeno escurridizo de los mecanismos mentales que a la larga y pese al llamado a la conciencia del entorno se llegue a tornar difícil de ignorar.

De este modo, entendemos que el autoengaño, como mecanismo de defensa, puede llegar a ser un trastorno patológico severo realizándolo de forma sistemática, continuada y automática, llegando a ocasionar más  estrés y tensión de la que libera. Así que querido lector y estimada lectora pese a la comodidad que pudiese suponer vivir en la ignorancia resultante del autoengaño la libertad de confrontarnos con la realidad siempre resultará plena, a pesar del dolor que signifique abandonar un momento placentero. Mi invitación es a ponernos las botas de seguridad, amarrarnos con fuerza los pantalones, llenarnos de valentía y enfrentar la vida con todos los colores y sabores que ella nos tiene preparados.
COLUMNA PUBLICADA EN : WWW.NOTIFALCON.COM

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